Hoy en El País y gracias a Wikileaks, leemos con tristeza, vergüenza e indignación, cómo decenas de enfermos mentales sufrieron varios años en el penal. La mayoría de los presos acabaron siendo transferidos a otros países por su nulo valor para los interrogadores. Padecían paranoia, esquizofrenia o adicción a las drogas. Hubo sucesivos intentos de suicidio, que se consumaron en tres casos.
En Guantanamo, tan cerca de la patria de la libertad y tan lejos de los derechos humanos, el presidente de los USA, Obama, se juega su prestigio como líder del mundo.
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